Nuestro cliente, tras la muerte de su padre, recibe en herencia varios inmuebles. Su progenitor llevaba meses gravemente enfermo, ingresado en un hospital, con problemas que afectaban a su capacidad de discernimiento y con una importante pérdida de visión debido a cataratas en ambos ojos.

   Cuando acude a dos de los locales de negocio heredados, comprueba que alguien ha cambiado las cerraduras. La persona que tiene la posesión de los locales dice ser el inquilino, poniendo de manifiesto que suscribió un contrato de arrendamiento con su fallecido padre. Nuestro cliente pide que le exhiba los contratos de arrendamientos, pero el supuesto inquilino se niega.

   Ante esta situación, procedemos a interponer un interdicto para recobrar la posesión de los locales. En este procedimiento el demandado aporta el contrato de arrendamiento, impidiendo que prosperase la acción para recuperar la posesión de los mismos, lo que obliga a nuestro cliente a acudir al procedimiento ordinario.

   Con la ayuda de una pericial médica, acreditamos que el fallecido sufría problemas neurológicos, teniendo mermada su capacidad de discernimiento en la fecha reflejada en los contratos de arrendamiento.

   También fue esencial la pericial caligráfica, que reseñó que si bien la firma del contrato era del padre, era la de una persona claramente enferma, con graves trastornos. Utilizamos, por último, otra pericial que determinó que la renta fijada era muy inferior a la de mercado. Además, pudimos acreditar que, extrañamente, el demandado visitaba casi a diario, en el hospital, al padre de nuestro cliente, de forma que finalmente consiguió que plasmara la firma en el contrato.

   Tras el juicio, se obtuvo una sentencia estimatoria de la demanda, que condenó al demandado, además de a la entrega de los locales, a indemnizar a nuestro cliente con una cantidad equivalente al dinero dejado de percibir si hubieran estado los locales arrendados a precio de mercado, condenándole asimismo a las costas procesales.